Cómo prevenir la anorexia
Desgraciadamente, esta palabra, anorexia, nos suena a todos. Cada vez hay más pacientes (10 mujeres más por cada hombre) y cada vez más jóvenes (entre 15 y 35 años) que cuentan con una imagen distorsionada sobre su propio cuerpo. En la anorexia hay una alteración en la forma en que las personas se ven, sobreestimando el tamaño corporal incluso, cuando en la mayoría de los casos pueden estar por debajo de su peso normalizado y recomendado por cuestiones de salud. No obstante, existen casos en los que no se está por debajo del peso normalizado y eso no significa que no tengan anorexia.
La anorexia nerviosa responde a un trastorno de nuestra conducta alimentaria, caracterizada por una ingesta cada vez menor de alimentos y nutrientes, lleva a las pacientes a ir perdiendo peso de una manera alarmante y por lo tanto las encamina hacia la enfermedad.
Las personas con anorexia comienzan iniciando una disminución progresiva del peso mediante los ayunos, con una disminución drástica de la cantidad de comida y una práctica intensa de ejercicio físico. Tres combinaciones letales con un resultado fatal.
Junto con la disminución de la cantidad de comida, cada vez aumenta el número de alimentos que se descartan por considerarlos alimentos prohibidos debido a su valor energético.
También es habitual que comiencen con otro tipo de conductas compensatorias, como purgas, la ingesta de laxantes o vómitos provocados. Los pacientes afectados pueden perder hasta un 50 % de su peso corporal en muy pocas semanas.
Las enfermedades como la anorexia se asocian en algunos casos con otras alteraciones psicológicas graves, cambios en la conducta o en el comportamiento emocional y una estigmatización extrema del cuerpo, rechazándolo en su totalidad.
Debemos de recordar que algunas de estas conductas pueden conllevar complicaciones hepáticas, metabólicas, cardiovasculares, osteomusculares, etc.
Causas de la anorexia
En cuanto a las causas de la anorexia, la mayoría de los estudios concluyen en que los factores sociales pueden jugar un papel importante. También tiene algunos tintes biopsicosociales que pueden tener una causa biológica, con una clara tendencia a padecer ciertas enfermedades. La anorexia tiene un componente claramente psicológico y social, en relación directa con la manera que las personas puedan tener para relacionarse con los demás o reaccionar ante los problemas en un contexto social, lo cual constituye una parte absolutamente importante para nuestro equilibrio y salud mental.
Existen numerosos factores que pueden aumentar las posibilidades de padecer anorexia, a continuación, te detallo algunos de los factores de riesgo más importantes:
– La edad. Entre los 14 y los 19 años existe un periodo con mayor riesgo.
– Ser mujer.
– Factores relacionados con la personalidad: baja autoestima, perfeccionismo, inseguridad, dificultad para regular la emociones, necesidad de aprobación, etc.
– La presión social derivada del entorno, a nivel social, el contacto con la publicidad, la moda, los deportes pueden constituir un factor de riesgo.
– Convivir con algún familiar con sobrepeso, obesidad o diabetes que esté continuamente a dieta.
– Tener exceso de peso, obesidad o algún familiar con ello.
– Haber sufrido acoso escolar.
– Practicar algún deporte o actividad con una gran exigencia respecto al peso y el aspecto físico, como la gimnasia rítmica, ballet o modelaje.
– Alejamiento del hogar o situaciones de abandono.
– Tener antecedentes familiares de trastornos de la conducta alimentaria.
– Acontecimientos vitales estresantes o sucesos traumáticos, como la pérdida de un ser querido o la separación de los padres, entre otros.
Cada caso de anorexia es particular y estos son solamente algunos factores generales que es bien conocido que afectan directamente a la posibilidad de sufrir la enfermedad. Para conocer si realmente se está padeciendo anorexia, se atiende a los síntomas, que son determinados en todo caso por el personal sanitario.
Síntomas de la anorexia nerviosa
Esta enfermedad está caracterizada por una pérdida significativa de peso provocada por el/la paciente, por una percepción errónea del propio cuerpo y por un miedo intenso a ganar peso o comportamientos que interfieren en el aumento de peso.
Comienzan a surgir problemas endocrinos en poco tiempo como resultado de las analíticas y pruebas concluyentes. Los principales síntomas que nos confirman que existe anorexia en un paciente son los siguientes:
– Restricción y disminución del peso adecuado por talla y edad de la /el paciente.
– Temor al aumento de peso, a engordar, incluso estando por debajo del peso ideal que responde a una buena salud; hacer todo lo posible para no aumentar de peso.
– Manifestación distorsionada del cuerpo y talla. Alteración en cómo se percibe la persona e influencia de su imagen en su autoevaluación o falta persistente de reconocimiento de la gravedad del bajo peso.
Los/las pacientes pueden experimentar una serie de síntomas variados y muy contradictorios: amenorrea, dolor abdominal, estreñimiento y vómitos, etc.
No obstante y a pesar de conocer con claridad todas estas causas y síntomas, suele ser la familia la que da la voz de alarma ya que suele existir una preocupación constante sobre la composición calórica de los alimentos y por la preparación de los alimentos, una reducción de ingesta de alimentos, utilización de trampas y picarescas para evitar la comida, una excesiva actividad, alarmante, trastornos de sueño, constante sensación de frío, obsesión por la imagen corporal, los estudios, la báscula, el entorno social y cómo nos ven fuera.
A estos síntomas se le suman otros muy habituales como irritabilidad, depresión y trastornos emocionales o de personalidad.
Asimismo, existe una alteración de la sensación de saciedad y plenitud antes de las comidas, náuseas, y/o hinchazón.
También se observan numerosos trastornos cognitivos que se centran en cada uno de los alimentos, el peso y talla, el aspecto físico, como pueden ser: abstracciones selectivas, uso selectivo de la información, solo lo que me interesa y como me interesa, supersticiones e ideas equivocadas, autorreferenciales. Existe también, en ocasiones, la inferencia arbitraria, magnificando el lado negativo de cualquier situación, existe un pensamiento dicotómico, así como generalizaciones.
Resaltan también las consecuencias clínicas, así como los posibles síntomas directos en torno a la salud física, que son muy variados:
– Desciende nuestra presión arterial.
– Comienzan las arritmias, derivando en un paro cardiaco.
– Se reduce el ritmo cardiaco drásticamente.
– Síntomas como pérdida del hierro. Aparece la anemia.
– Disminución del trabajo intestinal.
– Aparición de estreñimiento crónico.
– Las uñas se rompen con facilidad y se pierde el cabello.
– La piel se deshidrata, se seca y se agrieta
– Desaparición de la menstruación en las mujeres (amenorrea)
– Problemas dentales y edemas periféricos.
– Hinchazón y dolor abdominal.
– Puede disminuir la masa ósea y puede llegar a frenar la velocidad de crecimiento.
– En algunos casos puede aparecer un vello fino y largo, llamado lanudo, en la espalda, los antebrazos, los muslos, el cuello y las mejillas.
– La disminución del gasto energético produce una sensación constante de frío.
– Coloración amarillenta en las palmas de las manos y las plantas de los pies por la acumulación de carotenos en las glándulas sebáceas.
Son numerosos y muy graves los síntomas de este trastorno de la conducta alimentaria, por ello es fundamental la prevención y llevar a cabo un tratamiento antes de que sea demasiado tarde.
Cómo prevenir la anorexia
Para prevenir la anorexia, lo más importante a nivel general es la promoción de la salud, que exista una adecuada psicoeducación sobre los trastornos de la conducta alimentaria.
Así mismo, para prevenir la anorexia se requiere observación por parte de la familia y debemos de estar muy atentos, ya que se presenta fundamentalmente en edades de la adolescencia:
– Fomentar una autoestima sana.
– Asegurar una educación nutricional.
– Desarrollar habilidades para la vida y para afrontar la presión social, estrategias de resolución de problemas, etc.
– Mantener buenos hábitos de comidas: establecer horarios fijos para las comidas y si puede ser, hacerlo en familia.
– Observar las relaciones sociales, y conocer el entorno en el que se relacionan mis hijos; la socialización de los adolescentes constituye un factor importante.
– Tener una buena comunicación con los hijos y conocer sus preocupaciones, sus gustos.
Si has llegado hasta el final de este post, es un tema que te preocupa. Cada vez más debemos de tomar conciencia sobre las personas que nos rodean y poder ayudarlas. Si crees que algunos de los síntomas pueden ser parte de lo que están viviendo tú puedes ayudarles.
Del mismo modo, si crees necesitar ayuda porque al leer este post te ha resonado algo por dentro, avísanos y pide ayuda profesional. No esperes a que sea demasiado tarde y déjate ayudar.