Día Internacional contra el Acoso Escolar: comprender, detectar y prevenir

Día Internacional contra el Acoso Escolar: comprender, detectar y prevenir

Cada primer jueves de noviembre se conmemora el Día Internacional contra el Acoso Escolar, una fecha que busca visibilizar la violencia entre iguales en el entorno educativo y promover estrategias de prevención, detección temprana y acompañamiento psicológico. El acoso escolar o bullying no es un problema menor ni una “etapa” por la que los niños y niñas deben pasar; es una forma de maltrato que deja profundas huellas emocionales, tanto en quienes lo sufren como en quienes lo presencian.

Qué es y qué no es acoso escolar

Para comprender cómo actuar, primero debemos saber de qué hablamos. El acoso escolar se define como una conducta intencionada, repetida y sostenida en el tiempo, en la que una o varias personas ejercen violencia física, verbal, psicológica o social sobre otra. 

El desequilibrio de poder es una de sus características más claras: la víctima tiene dificultades para defenderse y se siente indefensa o sola frente a la agresión.

Algunos ejemplos son los insultos, burlas continuas, exclusión del grupo, difusión de rumores, golpes o amenazas. En los últimos años, el acoso a través de las redes sociales y plataformas digitales (ciberacoso) se ha convertido en una extensión del aula que amplifica el daño, al hacerlo público y permanente.

Sin embargo, no todas las discusiones o conflictos entre estudiantes constituyen acoso escolar. No es acoso un desacuerdo puntual, una broma aislada sin intención de dañar o un enfrentamiento esporádico entre iguales. La clave está en la repetición, la intencionalidad y el desequilibrio de poder. Identificar estos factores permite actuar con mayor claridad y evitar tanto la banalización como la sobrediagnosis del problema.

Redes sociales y acoso escolar

Las redes sociales se han convertido en un espacio donde el acoso puede continuar incluso después del horario escolar. En el ciberacoso, el agresor puede esconderse tras la pantalla, lo que facilita comportamientos crueles que no siempre se expresarían cara a cara. Además, el contenido compartido (fotos, vídeos, mensajes o rumores) puede viralizarse rápidamente, exponiendo a la víctima a una humillación pública constante.

Entre los adolescentes, la presión por encajar, la búsqueda de aprobación y la falta de educación digital favorecen la aparición de estas dinámicas. Por eso, la prevención del acoso escolar en redes sociales no solo debe centrarse en el control, sino también en la educación emocional y digital, enseñando a usar Internet de forma responsable, empática y segura.

Conviene tener en cuenta estos consejos para las familias y educadores:

  • Fomentar el diálogo abierto y sin juicios sobre lo que ocurre en las redes.
  • Supervisar el uso de dispositivos, sin invadir la intimidad, pero mostrando interés.
  • Enseñar a no compartir contenidos ofensivos o humillantes y a denunciar conductas de acoso.
  • Reforzar la autoestima y las habilidades sociales de los menores, para que sepan poner límites y pedir ayuda.

Prevención del acoso escolar desde las escuelas

Las escuelas son un entorno clave para la prevención. No basta con intervenir cuando el acoso ya está presente; es necesario construir una cultura de convivencia y respeto que lo desactive desde la raíz. Algunos pilares fundamentales para ello, serían:

niña en la escuela víctima de acoso escolar
  1. Educación emocional y social. Enseñar a reconocer y gestionar las emociones, empatizar con los demás y resolver conflictos de forma pacífica.
  2. Protocolos claros de actuación. Todos los miembros del centro (profesorado, alumnado y familias) deben saber cómo actuar ante un caso de acoso.
  3. Espacios seguros de comunicación. El alumnado se sienta escuchado y tenga confianza para hablar sin miedo a represalias.
  4. Trabajo con el grupo observador. Muchas veces, el acoso se mantiene por el silencio o la risa de quienes observan. Empoderar a estos testigos es clave para romper la dinámica.

El acompañamiento psicológico dentro de los centros y la coordinación con profesionales externos como psicólogos, trabajadores sociales, psiquiatras, etc. también son esenciales. La intervención temprana puede evitar consecuencias como ansiedad, depresión, bajo rendimiento académico o aislamiento social.

El papel de las familias

Las familias desempeñan un papel fundamental tanto en la detección como en la prevención. Algunos signos de alerta que pueden indicar que un niño o niña está sufriendo acoso son:

  • Cambios bruscos en el comportamiento o el estado de ánimo.
  • Pérdida de interés por asistir a clase o inventar excusas para no ir.
  • Dificultad para dormir o alteraciones en el apetito.
  • Pérdida o rotura frecuente de objetos personales.
  • Aislamiento, irritabilidad o tristeza persistente.

Si se sospecha de acoso, es importante mantener la calma, escuchar sin juzgar y acompañar, buscando la colaboración del centro educativo y, si es necesario, la ayuda de un profesional de la psicología. Culpabilizar o minimizar la situación solo aumenta el malestar del menor.

Además, educar en valores como la empatía, el respeto y la cooperación desde edades tempranas es la base para prevenir futuras conductas violentas. Los niños y niñas que crecen en entornos donde se valora la diferencia y se practica la comunicación asertiva, son menos propensos a ejercer o tolerar el acoso.

Un compromiso colectivo

El acoso escolar no es un problema individual, sino un fenómeno social que requiere la implicación de toda la comunidad educativa. Familias, profesorado, alumnado y profesionales de la psicología deben trabajar juntos para construir entornos donde cada persona se sienta segura y valorada.

Recientemente se han hecho mediáticos algunos casos de adolescentes víctimas de acoso escolar que decidieron acabar con su vida. Ésto ha hecho saltar la alarma de nuevo ante un problema social que tenemos en España. Se trata de un problema de salud pública que merece atención de todas las personas que trabajamos día a día con familias. Es importante resaltar la potencial capacidad y responsabilidad de los centros educativos y otros agentes que pueden hacer mucho para prevenir el acoso escolar. Cuando las escuelas se esfuerzan y se unen en programas de prevención, de la mano de las familias y los equipos profesionales, se puede evitar mucho dolor, atendiendo a tiempo las necesidades de la persona acosada y trabajando los factores que existen en el entorno, antes de que sea demasiado tarde.

Conmemorar el Día Internacional contra el Acoso Escolar es una oportunidad para recordar que la prevención no comienza con una campaña puntual, sino con un compromiso diario por una convivencia basada en el respeto, la escucha y la empatía.